Foto : Fher / Merida / Venezuela
Un hombre susurró: Dios habla conmigo.
Y un ruiseñor comenzó a cantar
Pero el hombre no oyó.
¡Entonces el hombre repitió
Dios, habla conmigo
Y el eco de un trueno, se oyó
Más el hombre fue incapaz de oír.
El hombre miró enrededor y dijo:
Dios, déjame verte
Y una estrella brillo en el cielo
Pero el hombre no la vio.
El hombre comenzó a gritar:
Dios, muéstrame un milagro
Y un niño nació
Mas el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:
Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo...
Y una mariposa se posó
Suavemente en su hombro
El hombre espanto la mariposa con la mano y desilusionado
Continuó su camino, triste, solo y con miedo.
(canto Indígena - Traducida y adaptada del Libro By San Etioy)
Hasta cuándo tenemos que sufrir para comprender que Dios está siempre donde está la vida?
Porque a veces nos empeñamos en mantener nuestros ojos y nuestros corazones cerrados para los milagros de la vida que se presentan diariamente en todo momento?
2 comentarios:
No hay peor ciego que el que no quiere ver...
Totalmente de acuerdo Fher! Aún seguimos pensando en un Dios, que si no es palpable no creemos en él, cuando en realidad, Dios está en todo, y el todo está en Dios...Basta saber la precisión con la que funciona el pulso de nuestras vidas y de todo lo que nos rodea.
Saludos Fher!
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