Aquí esta interesante Historia Escrita y Contada por Rosa Rodríguez y Basada en un Hecho Real:
En el camino escarpado y cuesta arriba de la vida en medio del batallar normal del existir, muchas veces de manera inconsciente agregamos a nuestro destino, tristezas, fracasos e infortunios, que bien pudimos evitar. Siempre pensamos en un mañana, y está bien hacerlo, pero para algunos, el sol de la vida se extinguirá para siempre y tan solo existirá el hoy, el ahora.
Acompáñame y verás cómo una decisión equivocada, en un instante puede cambiar para siempre el resto de tu vida.
El viento soplaba de manera impetuosa en aquella tarde de abril. Las frías y espumosas olas se deslizaban sobre la superficie de las azules aguas arrojándose con fuerza sobre las rocas. Era el comienzo de la Semana Mayor y el operativo desplegado por el departamento de Bomberos comenzaba su ardua labor. El Capitán Carlos Hernández sería el oficial al mando, quien tendría sobre sí, la responsabilidad de coordinar las acciones a seguir en la hermosa playa de Choroní. Como cada año, un excelente grupo formado por los principales organismos de seguridad del estado, aunado a los salvavidas más experimentados de la región, combinarían sus fuerzas con un solo propósito: Proteger a los temporadistas.
A lo largo de la playa, las cálidas arenas comenzaron a poblarse con diminutas tiendas de campaña que una a una se erguían majestuosas mientras el ambiente se cubría de risas, alegrías y muchísimo entusiasmo. Pero las aguas marinas, en aquella oportunidad no se conformaron con el territorio que por ley les perteneciera y haciendo un despliegue de su fuerza, en un oleaje inmenso, sumergieron todo lo que encontraron en la orilla y a semejanza de un naufragio, carpas, alimentos y pertenencias quedaron flotando en la superficie del mar. Algunos residentes del lugar, hombres curtidos bajo el sol de la región, vaticinaron que el suceso era un mal presagio que inauguraba la temporada playera. Cuando fueron las cuatro de la tarde el silbato que indicaba la salida de los temporadistas hacia tierra seca, comenzó a retumbar. Lentamente las personas fueron acatando la orden y algunos minutos después las aguas inquietas se quedaron solitarias. Al acercarse la caída de la tarde, siempre alerta, contemplando cómo las furiosas olas se acrecentaban, el Capitán Hernández hizo un recorrido final para cerciorarse de que todas las personas se encontraran fuera del mar.
De pronto al dirigir su mirada hacia la superficie rocosa, divisó a una pareja de enamorados que tomados de la mano habían decido sentarse sobre las piedras para contemplar una romántica puesta de sol y mientras se profesaban amor eterno, el viento traía desde lejos el eco de una tonada que decía: "En mi corazón tú vivirás… Siempre". Percatándose del peligro inminente, escuchando el rugir del mar embravecido, observando el nivel del agua en su acelerado crecer y viendo apagarse paulatinamente la luz del Astro Rey, el bombero con el silbato en la mano se encaminó hacia la desprevenida e indefensa pareja. Pero tan solo un minuto después, ante la mirada incrédula del rescatista, una gigantezca ola golpeó la roca, se abalanzó sobre los jóvenes arrastrándolos y sumergiéndolos en el agitado mar. Dirigiendo entonces su silbato y la fuerza de su voz hacia el puesto de guardia, comenzó el llamado de auxilio. El grupo de bomberos se le unió al rescate junto a los miembros de Protección Civil y los salvavidas del lugar. Al cabo de pocos instantes, a la orilla de la playa, una multitud entre lágrimas y gritos de desesperación contemplaba una impresionante y triste escena. En vano trataban los salvavidas de nadar hacia la dirección de la desafortunada pareja, pues la fuerza de las olas no se los permitía, y entre tanto miraban impotentes cómo los cuerpos de los jóvenes eran remontados sobre la cresta de las olas y lanzados con furia contra las punzantes rocas.
El Sargento Mayor Rodrigo Rojas, el Distinguido Yony Pérez, junto al resto del destacado equipo, luchaban de manera incansable contra el ímpetu de la corriente, entre tanto los habitantes de la región, conocedores de sus aguas, trataban de hacer cadenas humanas, acercarles cuerdas, pero con resultados infructuosos. Después de mucho batallar el Sargento Rojas logró llegar hasta el novio, quien al ser rescatado sólo atinaba a decir: Mi novia señor, salve a mi novia, no la deje morir por favor, sálvela. Mientras el joven era recibido por otro rescatista y puesto a salvo, el bombero intentó nuevamente llegar hasta la dama y por un momento logra asirla de un brazo, pero el mar nuevamente se la arrebata de las manos y con furia golpea contra las piedras el cuerpo indefenso del bombero. Fueron minutos de lucha incesante que parecieron horas, hasta que, esperanzados, los salvavidas divisan la lancha de rescate que llega finalmente hasta la joven. Al sacarla de las frías aguas comienza con presteza el uno, dos, tres, cuatro, cinco, resucitación y uno, dos, tres, cuatro, cinco… pero el tiempo de vida de aquella muchacha de rostro hermoso había llegado a su fin, al igual que los últimos rayos del sol. Tristeza, impotencia, dolor y lágrimas, se entremezclaban con el sabor salado de las aún enfurecidas aguas.
Los días transcurrieron y el operativo continuó. Algunos de los bomberos estaban con el cuerpo adolorido y con la piel rasgada por la fricción recibida contra las rocas, y aún así, siguieron cumpliendo con su deber, pero la situación vivida había sido tan intensa y la frustración ante la pérdida tan grande, que el grupo de rescatistas necesitó ayuda profesional para superarlo. Los héroes de azul y rojo, a pesar de la intensidad con que lucharon, esta vez, habían sido derrotados por la muerte.

Tres cosas son tu elección en la vida: Tus sueños, tu éxito y tu destino. Un consejo recibido a tiempo, una palabra de advertencia acatada puede significar en tu vida lo que el "ábrete sésamo" significaba en los cuentos mágicos del oriente. Pueden darte el acceso hacia los tesoros de la prudencia y la sabiduría.
El mañana no le está asegurado a nadie, ni joven, ni viejo. Da siempre lo mejor de ti y vive cada día con intensidad. Sonríe, abraza, ama. Y lo más importante, cada mañana encomienda a Dios tu camino.
R.R