Un buen día
un hombre paseaba por el bosque cuando se encontró con un zorro herido. La
pobre criatura se había roto las cuatro patas mientras intentaba huir de un
cazador y estaba tal malherida que ni siquiera podía moverse para encontrar
comida.
El hombre
sintió lástima por el animal y decidió acercarse a él. Pero mientras lo hacía
vio un gigantesco oso que se asomaba entre los árboles, arrastrando los
despojos del animal que acababa de devorar. El oso pareció no interesarle el
zorro y de hecho, dejó caer los restos y se dio media vuelta en busca de otro
animal que llevarse a la boca. Los desperdicios cayeron junto al zorro, que se
lanzó sobre la poca carne que quedaba con enorme ansiedad.
Al día
siguiente, el hombre volvió al bosque. Una vez más, el oso había dejado un
apetitoso bocado cerca de donde yacía el famélico zorro y nuevamente el zorro
se había abalanzado sobre la comida. El tercer día, al volver al bosque, la
escena se repetía.
El hombre
reflexionó detenidamente sobre lo que había visto.
-Si Dios se
preocupa tanto por el zorro - se dijo a sí mismo-, ¿cuánto más se preocupará
por mí......? Mi fe no es lo suficientemente fuerte, debo aprender a confiar en
Dios con la misma intensidad que el zorro.
Acto
seguido, el hombre se arrodilló en el bosque y, con la mirada puesta en el
cielo, exclamó:
-Señor, el
zorro me ha demostrado lo que es tener fe en ti. A partir de este momento me
entrego a ti en cuerpo y alma. Confío en que cuides como el oso asiste al
zorro.
Dicho esto,
el hombre se tumbó en el suelo a la espera de que Dios se ocupara de él.
Transcurrió un día y no sucedió nada. El hombre empezó a tener hambre. Pasó
otro día y seguía sin ocurrir nada. El hombre empezó a mosquearse. El tercer
día, cuando aún no había ni rastro de Dios, el hombre se enfadó.
- Señor,
quieres a ese zorro más que a mí. ¿Por qué no te preocupas de mí con lo mucho
que yo confío en ti? ¿Por qué no me alimentas?.
Por fin, el
hambre obligó al hombre a volver al pueblo. En una de las calles del pueblo, se
topó con un niño hambriento. No pudo contenerse y le manifestó a Dios su ira:
-¿Por qué no
haces nada para ayudar a este pobre niño?.
- Ya lo he
hecho, respondió Dios. Te he creado a ti. Pero has decidido seguir el ejemplo
del zorro y no el del altruista oso.
Adaptación
de una fábula árabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario